La infancia y la discapacidad: una mirada a los derechos de los niños en su día

Por Miguel Ángel Millán*

* Miguel Ángel Millán es interventor educativo con discapacidad y asesor en tecnología adaptada.

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En la conmemoración del 30 de abril, Día del Niño, es fundamental reflexionar sobre la intersección de la infancia y la discapacidad, dos realidades que, al converger, plantean desafíos únicos y oportunidades significativas para reafirmar los derechos fundamentales de los niños.

La infancia es una etapa de desarrollo crucial donde se sientan las bases para el futuro de toda persona. Cuando hablamos de niños con discapacidad, nos enfrentamos a un doble desafío: garantizar su bienestar y desarrollo integral, y al mismo tiempo, luchar contra las barreras de exclusión y discriminación que frecuentemente encuentran en sus entornos.

La Convención sobre los Derechos del Niño, adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1989, establece en su Artículo 23 que los niños con discapacidad tienen derecho a disfrutar de una vida plena y decente en condiciones que aseguren su dignidad, fomenten su autoestima y faciliten su participación activa en la comunidad. Sin embargo, la realidad es que, a menudo, estos derechos no se cumplen plenamente.

Los niños con discapacidad enfrentan numerosos obstáculos en su vida diaria, desde el acceso a una educación inclusiva que respete y se adapte a sus necesidades, hasta la integración en actividades recreativas y sociales que son esenciales para cualquier niño. La exclusión en estas áreas puede tener impactos profundos y duraderos en su bienestar emocional y desarrollo social.

Es crucial, entonces, que sociedad, instituciones y gobiernos trabajen conjuntamente para remover estas barreras. Esto implica no solo adaptar los espacios físicos y curriculares, sino también cambiar las percepciones y actitudes hacia la discapacidad. La educación inclusiva debe ser una prioridad, asegurando que cada niño, independientemente de sus capacidades físicas o mentales, tenga acceso a oportunidades educativas que le permitan desarrollarse a su máximo potencial.

Asimismo, es vital promover la inclusión social de los niños con discapacidad. Esto se logra a través de la creación de espacios seguros y accesibles donde puedan interactuar con otros niños y participar en juegos y actividades recreativas. El juego es un derecho de todos los niños y una herramienta esencial para su aprendizaje y desarrollo.

Al observar a los niños con discapacidad, debemos ver más allá de sus limitaciones y reconocer sus habilidades, sueños y el potencial enorme que pueden ofrecer a nuestra sociedad. 

Este Día del Niño, es un momento oportuno para reafirmar nuestro compromiso con la creación de un mundo más inclusivo y justo para todos los niños.

En este día especial, reflexionemos sobre cómo podemos contribuir a hacer del mundo un lugar mejor para los niños con discapacidad. Recordemos que cada niño merece la oportunidad de crecer en un entorno que celebre sus capacidades, no que subraye sus limitaciones. Hagamos de la inclusión una realidad en cada acción y en cada palabra, porque al final, el bienestar de nuestros niños define el futuro de nuestra sociedad.

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