Por Miguel Ángel Millán
* Miguel Ángel Millán es interventor educativo con discapacidad y asesor en tecnología adaptada.
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Cada último miércoles de abril se celebra el Día Internacional del Perro Guía, una fecha que nos invita a reflexionar sobre el rol vital que estos animales juegan en la vida de las personas con discapacidad visual. A diferencia de las mascotas domésticas, los perros guía no son solo compañeros de vida, son herramientas esenciales de movilidad que proporcionan seguridad e independencia a sus usuarios.
La labor de un perro guía es la culminación de un entrenamiento riguroso. Estos perros son enseñados a navegar por obstáculos, señalizar cambios en el terreno y actuar calmadamente en ambientes públicos. Esta formación garantiza que la persona con discapacidad visual pueda desplazarse con confianza y eficacia, aspectos que una mascota doméstica, por más querida que sea, no está capacitada para ofrecer.
La presencia de mascotas en lugares públicos como restaurantes, centros comerciales o transportes ha generado debates sobre los derechos de acceso. Mientras algunas personas desean llevar a sus mascotas por compañía o comodidad, para una persona con discapacidad visual, un perro guía no es un lujo sino una necesidad. Estos perros aseguran que su dueño pueda navegar por diferentes entornos de manera segura, algo esencial para su autonomía y participación social.
La legislación en muchos países refleja esta distinción crucial. Los perros de asistencia tienen garantizado el derecho de acceso a espacios públicos y privados que de otra manera estarían fuera de límites para las mascotas. Este derecho es fundamental para la inclusión y la igualdad de oportunidades, y es crucial respetarlo para apoyar la independencia de las personas con discapacidades visuales.
Es importante, entonces, reconocer y respetar la diferencia entre un animal de compañía y un perro guía. Mientras que el primero puede ser esencial para el bienestar emocional de una persona, el segundo es indispensable para la movilidad y seguridad de su dueño.
Interferir con un perro guía o negarle acceso no solo es ilegal en muchos contextos, sino que también compromete la independencia de una persona que depende de su perro para navegar el mundo.
En conclusión, los perros guía son mucho más que mascotas. Son aliados indispensables que facilitan una vida más autónoma y segura para las personas con discapacidad visual. Respetar sus derechos y reconocer su papel es esencial para construir una sociedad más inclusiva y justa.
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