Del Día de la Mujer y la discapacidad…

Por Francisca Meza Carranza* 

*Francisca Meza es comunicóloga, reportera con discapacidad y fundadora de Plan B Guerrero.


Ser mujer y tener una discapacidad significa doble exclusión. Las necesidades de una mujer con discapacidad no han logrado ser visibilizadas en las marchas del 8 de marzo (8M), cuando se conmemora el Día Internacional de la Mujer. 

A la lucha por la igualdad y la justicia se le olvida algo fundamental para estar todas: la inclusión. La igualdad no podrá ser hasta que llegar todas sea una realidad. 

Que el 8M y su lema de 2025, “Para TODAS las mujeres y niñas: Derechos. Igualdad. Empoderamiento”, sirva como recordatorio de que la lucha deber ser inclusiva, y también diversa, pues hay mujeres a las que las desigualdades y las faltas de oportunidades significan el doble.  

En las exigencias del 8M se minimizan o se omiten necesidades básicas de las mujeres con discapacidad como la falta de accesibilidad, desde las calles, el trabajo y la educación, hasta la salud sexual y/o reproductiva. 

En todas las marchas y manifestaciones de las ciudades grandes las exigencias de estas necesidades solo se observan en los grupos de mujeres con discapacidad que, debido a las necesidades especiales, tienen que ir agrupadas aparte. También te piden que vayas acompañada de una mujer cuando, en casos como el mío, la movilidad reducida y la inaccesibilidad en las calles sí amerita la compañía de un hombre, por su fuerza física.   

En ciudades pequeñas la participación de las mujeres con discapacidad casi no existe, por la dificultad que representan las actividades organizadas por la mayoría, y nadie se acuerda de alzar esas voces, que quedan opacadas en la multitud. 

En México, según datos de la Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica (Enadid) 2023, 4.7 millones de mujeres reportaron alguna discapacidad, de las que 17.7 por ciento informó tener alguna limitación para realizar actividades en la vida diaria, lo que contribuye en la falta de oportunidades de empleo. 

En 2023 la tasa de participación de las mujeres con discapacidad en alguna actividad económica era de 31.3, lo que hace más lejana su autonomía. 

La Enadid también concluye que mujeres de 15 años y más con discapacidad han aprobado 6.8 grados de escolaridad a diferencia de las mujeres sin discapacidad que aprueban 10.6. En el grupo de 5 a 29 años, 46.7 por ciento de las mujeres con discapacidad asistía a la escuela, mientras que en mujeres sin discapacidad 61.0 por ciento. 

Si en la vida pública y política la participación de mujeres aún presenta una deuda histórica, la brecha es aún mayor para las mujeres con discapacidad, que no figuramos ni en los discursos oficiales. Es urgente que, en las políticas públicas, sobre todo aquellas con perspectiva de género, se incluya la discapacidad, no solo en programas de pensiones que, si bien son de mucha ayuda, resultan capacitistas, porque las mujeres con discapacidad somos tan capaces como las demás, quizá con un poco de asistencia. 

Las mujeres con discapacidad estamos un escalón abajo en los derechos ganados, lo que también es evidente en el incumplimiento de los partidos políticos en las acciones afirmativas para este sector en materia electoral. 

Las mujeres con discapacidad queremos ser escuchadas, visibilizadas e incluidas… No podemos llegar todas, si nos dejan atrás… 

Síguenos en redes sociales:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Facebook
Twitter
Instagram