*En muchas relaciones, la violencia se soporta y se minimiza por la idea romántica de que el amor puede arreglarlo todo. A esto se suma que a las mujeres con discapacidad se les hace creer que deben tolerarlo por su condición. Éstas son sus historias
Nota Jen Mulini / Yo También
El amor romántico es una construcción social que se ha ido convirtiendo en un mito del amor eterno, ese que une a dos personas que están dispuestas a amarse a pesar de todo, sin condiciones, que somete de muchas formas, que violenta con normalidad y donde están justificados los celos, las discusiones, el control y la disposición sexual.
Son todos los tipos de violencias (desde la psicológica, patrimonial, económica, física, sexual y feminicida) que las mujeres con discapacidad hemos vivido en nombre del amor romántico. Según la primera encuesta de violencias realizada por CIDIP en 2022, ocho de cada 10 de las mujeres con discapacidad han vivido algún tipo de violencia por parte de pareja actual o del pasado.
A las mujeres con discapacidad se nos exige mucho para ser una mujer «completa», que cumplamos con una lista enorme de conductas que nos someten a los cuidados, lucir lo más «normal» posible, no quejarnos, no ser más exitosas que nuestra familia y otras peticiones absurdas como ser asexuales o hipersexuales.
El amor romántico le conviene al patriarcado, al machismo, pues con el pretexto de «yo te cuido» se nos controla, a dónde vamos, con quién nos reunimos, en qué gastamos o incluso lo que vestimos.
Además, a la pareja que nos acompaña se le ve como «una buena persona por aceptar compartir una relación con una mujer con discapacidad». Ya que socialmente existen prejuicios que disminuyen la valía de las mujeres con discapacidad y asocian nuestras habilidades de poder «atender a nuestra pareja y ser madres» como única forma de ser mujer.
Entonces, dadas estas circunstancias, miles de mujeres con discapacidad intentamos «compensar» todo aquello que «nos falta» con un sobre esfuerzo desmedido, y nos volvemos muy comprensivas, es decir, que no ponemos límites. Nos convertimos en dadoras compulsivas, para evitar el abandono y de manera gradual vamos aceptando violencias que normalizamos y justificamos en nombre del amor.
A continuación comparto las experiencias que mujeres con discapacidad decidieron compartir para visibilizar las violencias vividas en sus relaciones “amorosas”, algunas de las participantes forman parte de las Embajadoras de Mexicanas con Discapacidad.
Empiezo con la propia: Tardé en darme cuenta, pues los primeros dos años todo marchó bien, fueron como una luna de miel en casa por la pandemia, pero el último año, comenzó a aplicarme la ley del hielo, sin razón aparente. Luego vinieron los descuidos de los pagos, de la despensa, de los servicios, hasta de la renta, incluso se molestaba si me negaba a que hiciera compras con mi tarjeta de crédito, después dejó de llegar a casa sin explicación. Cuando terminamos la relación me pidió quedarse un mes más porque no tenía a donde irse, y accedí, ese mes fue insoportable, jamás volvió a poner un peso y cuando se fue me quedó a deber dinero.
14 por ciento de las mujeres con discapacidad reportan que su pareja actual o del pasado, usa su dinero, tarjeta de crédito, y además pide préstamos a su nombre. CIDIP 2022
Patricia Ortiz, 32 años, Artrogriposis Múltiple Congénita
Estuve en una relación de año y medio. Al principio todo era color de rosa, parecía que no faltaba la atención, comunicación y compresión, pero luego de unos meses de relación, cuando por primera vez pedí que me presentara como su novia, todo empezó a cambiar. Poco a poco empecé a darme cuenta de que, mientras yo dijera sí a todo lo que él quería, las cosas funcionaban, pero cuando algo ya no le parecía comenzaba la manipulación y un constante «es que tú tienes la culpa».
Comencé terapia psicológica, sabía que tenía que irme de ahí, pero no encontraba cómo. Cada vez que yo intentaba irme, él prometía que las cosas serían diferentes, pero luego todo volvía a ser igual. La única manera que encontré para irme fue hacerlo sin decir más y cortando toda comunicación.
Para ese momento mi salud mental estaba al borde, hasta que un día tuve que ir a urgencias psiquiátricas por un cuadro de depresión moderada, ansiedad e ideas suicidas.
Estuve seis meses en tratamiento psiquiátrico, y actualmente continúo mi tratamiento con terapia psicológica.
82 por ciento de las mujeres con discapacidad aseguraron vivir maltratos por parte de su pareja actual o del pasado. CIDIP 2022
Araceli García Rodríguez, 45 años, discapacidad motriz, 4 hijos
Quedé embarazada a los 15 años imaginando una vida feliz, pensaba que casándome tendría una vida menos difícil. Soy la mayor de siete y, al trabajar mis papás, yo me hacía cargo de mis hermanos y de todos los quehaceres de la casa.
Me fui a vivir con quien yo creía que me amaba, pero en poco tiempo descubrí que él era un hombre celoso, no me permitió trabajar a los dos meses de vivir juntos.
Regresé a casa en peores condiciones, pues embarazada seguía atendiendo a mis hermanos. Esta situación hizo que me casara a los 16 años con el permiso de mis padres.
Mi matrimonio duró 14 años. Hoy sé que viví mucha violencia: no me dejaba saludar a nadie, no podía salir sin uno de mis hijos o con él, no me permitía maquillarme, mi vestimenta tenía que ser de pants, y con gorra, ponía algunas trampas para que él se diera cuenta si yo salía cuando él trabajaba.
Él me repetía qué yo era de él y nunca sería de nadie más, yo me sentía como en una jaula de la cual no podía escapar.
Una noche me agredió con arma blanca, levanté una denuncia por intento de feminicidio, desde entonces ya no volvió. A partir de ahí, con mucho miedo a salir a la calle, me empecé a hacer cargo de mis hijos con el apoyo de mi mamá, quien los cuidaba mientras yo salía a trabajar.
Sumando a toda la violencia que viví en mi matrimonio, siendo una mujer divorciada con cuatro hijos y una discapacidad ya no me considero capaz de tener una relación o una pareja, siento que como mujer ya no hay vida para mí.
El 71 por ciento de las mujeres con discapacidad afirman haber recibido, jaloneos, patadas, pellizcos, por parte de su pareja actual o del pasado. Encuesta CIDIP 2022
Jacquelinne Herrera González, Hipoacusia, su hijo tiene 11 años
Cuando viví la violencia vicaría, fue como morir lentamente en vida al quitarme a mi hijo. La lucha por recuperarlo se logró gracias al apoyo de mi familia.
Cuando lo recuperé, viví una serie de violencias y amenazas por parte del padre, siempre resaltaba con quitarme al niño si no cumplía o hacía las cosas a su manera, así que mucho tiempo dejé todo con tal de cuidar de mi hijo y tenerlo conmigo.
Mi condición de discapacidad para él era un punto a su favor, porque así yo no podía tener otra opción más que ceder y hacer lo que él quería. Hasta que decidí armarme de valor y resolver todo por la vía legal.
Retomé mi vida y formación profesional para sentirme más segura, demostrar que no tengo miedo a luchar por mi hijo y salir adelante. Por eso es necesaria la ley vicaría para todas, sólo así se puede proteger nuestras vidas y la de nuestros hijos.
52 por ciento de las mujeres con discapacidad reportaron recibir amenazas por parte de su pareja. CIDIP 2022
Anónimo, 46 años
Mi historia fue cuando iba en la preparatoria: él era el chavo más guapo, eso yo pensaba. Todo era perfecto en él, tuve una relación de tres años.
El primer año fue muy bello, el segundo año ya eran molestias, me hablaba mal, pensaba que yo era la que hacía las cosas mal. Me rompió el corazón, yo hacía todo lo posible para que no se enojara y comenzó a molestarle mi discapacidad.
El tercer año ya fue un infierno: insultos, golpes, humillaciones y todo lo permití, hasta compartirme con sus amigos para tener relaciones sexuales. Esto me hacía sentir muy mal conmigo misma.
Lo último que hizo fue arrojarme de las escaleras de su casa, en ese momento llegó su mamá y me salvó. Su hermana me llevó al médico y me dijo: “¿Cómo permites tanta violencia?”
El amor no se trata de recibir golpes ni insultos, ese día me di cuenta de que lo que me hacía quedarme con él era mi inseguridad y que no me aceptaba como soy, no me amaba a mí misma.
Ese día decidí que no tenía la culpa de tener una discapacidad y que tenía amigos y una familia que luchaban y veían por mí y finalicé esa violenta relación.
79 por ciento de las mujeres con discapacidad han vivido violencia sexual por parte de su pareja actual o del pasado. CIDIP 2022
Michelle Chávez, 30 años, discapacidad motriz
Hace cuatro años aproximadamente, mi ex pareja, el padre de mi hija, intentó matarme. Me aventó desde el cuarto piso de donde vivíamos, dejándome así fractura del lado derecho en cadera y una amputación en mi pierna izquierda arriba de la rodilla, desafortunadamente debido a este suceso fue que adquirí mi discapacidad.
Antes de que sucediera esto, ya tenía un proceso legal contra él, ya teníamos cinco órdenes de restricción por violencia de primer grado e intrafamiliar, así como psicológica y emocional. Pese a esto, él sigue libre, mis casos siguen abiertos y mis carpetas en trámite.
El día de hoy agradezco que estoy aquí, de ser portavoz y hacerles una cordial invitación a todas a que no romanticemos el amor, a la primera hay que irnos y en verdad no me gustaría que nadie más pasara por lo que yo pase.
5 por ciento de las mujeres que han adquirido la discapacidad ha sido causada por su pareja actual o del pasado.CIDIP 2022
La siguiente historia sucedió al interior de la República, y se trata de una chica con discapacidad motriz que provenía de una comunidad rural que logró, ayudada por una fundación, prepararse y conseguir un empleo digno, se especializó y pronto comenzó a ganar más que cualquiera de su familia.
Se mudó sola y luego se enamoró. Todo parecía indicar que había logrado lo que nadie creía, pero poco a poco su pareja comenzó a golpearla por celos de sus compañeros de trabajo, porque ganaba más que él o por cualquier pretexto, hasta que un día la mató.
Su familia no denunció porque seguramente ella lo había hecho enojar.
El 94 por ciento de las mujeres con discapacidad que han vivido violencias no han denunciado. Encuesta CIDIP 2022
No existen datos duros de feminicidio en contra de las mujeres con discapacidad, tampoco está tipificado.
¿Por qué las mujeres con y sin discapacidad no salen del círculo de violencias?
Por falta de una red de apoyo que las acompañe en lo difícil del proceso, por falta de oportunidades económicas, por la indefensión aprendida, porque se nos educó que el amor lo soporta todo y lo cura todo, necesitamos la educación del amor propio.
Además, la justicia sigue siendo inaccesible. Falta fortalecer las redes de apoyo, no hay refugios accesibles ni el presupuesto etiquetado para ello.
Para finalizar, hago dos recomendaciones: les invito a leer el artículo: Amores Compañeros de Coral Herrera en el que explica una forma de quererse basada en la solidaridad, la empatía, el respeto, la ternura y los cuidados.
La segunda recomendación es que usen y recomienden la App Morada, que contiene información accesible para entender cada tipo de violencia y proporciona una ruta de acción.
El amor no tiene por qué ser violento, hacernos sentir menos, o que nuestras necesidades no cuentan. No estás sola.