Guerrero, 03 dic (PlanB).- A los 37 años Alma* gozaba de una total independencia, esa que había logrado con distintas experiencias de vida, algunas no muy gratas. Vivía sola en un pequeño departamento con su perro inseparable y se dedicaba 100 por ciento a su pasión: el periodismo.
En enero de 2020 su vida dio un giro completo y luego de un accidente que fracturó tres cervicales y lesionó su médula, de forma incompleta, despertó postrada en la cama de un hospital en donde literalmente solo podía mover sus ojos. Una traqueostomía consecuencia de una fuerte neumonía intrahospitalaria también le impedía hablar.
Se volvió 100 por ciento dependiente de los demás. No había cabida para el pudor, doctores, doctoras, enfermeros, enfermeras, mamá y hermanas.
El diagnóstico era devastador: la altura de su lesión probablemente le impediría volver a moverse. Los médicos del IMSS, el mismo lugar en el que le salvaron la vida, ahora no querían dar expectativas a futuro, si es que existía.
Alma sólo observaba y su mente siempre analítica trabajaba al mil, pero a la vez permanecía impávida. Sus creencias, esas de que todo pasa por algo y que estamos en esta vida para algo, conocimientos epirituales, más sus terapias psicológicas y holísticas previas la mantuvieron anclada en este mundo.
El movimiento de sus dedos del pie izquierdo le abrió la posibilidad de recuperar algo de movilidad, con la marcada advertencia de que si había recuperación sería muy lenta y a la vez la errónea consideración médica de dar seis meses como límite para recuperar el total del movimiento que la lesión permitiría.
En ese momento Alma pensó que la parálisis corporal era lo peor que podía enfrentar pero ahora a casi tres años sabe que no lo era; la secuelas de una lesión medular son indescriptibles y más si se trata de la más alta, además lo grave de la falta de sensibilidad interna y externa.
Tal y como lo adelantaron la recuperación ha sido lenta pero sí la hay, aún existe un gran tramo que conquistar, todavía no puede caminar y la movilidad de sus manos están en proceso, por lo que sigue siendo dependiente de alguien a lo cual tuvo que aprender.
Su espíritu no le permitió dejarse caer o darse por vencida, tampoco se quedó con la versión de los médicos y además de la fisioterapia las terapias alternativas han sido fundamentales en su avance.
Alma no está regresando, ni de vuelta, está empezando de cero, está aprendiendo a mover cada parte de su cuerpo desde cero y adaptándose a una manera distinta de vivir entre la sociedad con su nueva condición.
Soy Francisca Meza Carranza. Alma* es el seudónimo que elegí para contar parte de mi historia, porque al final eso somos. Quería contar una buena historia para este día y creo que la mía lo puede ser.
Vivir la discapacidad desde adentro te abre a un nuevo universo; sobre todo cuando es una discapacidad adquirida a los 37 años.
Por fortuna desde el momento de mi accidente ha habido personas que no me ha soltado de la mano, que literalmente no me dejaron morir, sin embargo, a lo largo de este tiempo también el corazón se me ha roto y estrujado muchas veces, pero por poco tiempo y ha sanado, pues al final comprendes que las cosas así tienen que ser, así son.
Hay necesidades infinitas en el mundo de la discapacidad, muchas injusticias, mucho olvido, mucha ignorancia, y aprendí a ver que la principal descriminación y la más dolorosa, sin generalizar, es la que se vive en el primer círculo, en la familia y los amigos que en su momento se dijeron cercanos.
Aún hay personas que no comprendieron o no quieren comprender que mi proceso no ha sido fácil y toman las situaciones personales. También hay quienes me han comprendido o buscan comprenderme más de lo que esperé.
Para lograr un avance he invertido mucho tiempo y esfuerzo y es realmente feo que existan personas que piensan que no hago nada, que nunca estoy ocupada, o no tengo nada que hacer. Ahora que intento reincorporarme, dentro de mis posibilidades, al ámbito laboral el tiempo con el que cuento es menos.
Una discapacidad y el proceso de rehabilitación es muy difícil porque no hay quien te ayude, porque muchas veces se dificulta el transporte, el tiempo de las personas y principalmente el tema económico; hemos hecho de todo, rifas, vender comida, vender todo para poder continuar, y siempre pienso mucho en las personas que por falta de recursos no pueden rehabilitarse.
Hay cientos de personas con discapacidad que están en comunidades, lejos de la de por sí paupérrima atención médica a la que nos enfrentamos, muchas veces sólo es por la falta de accesibilidad física y la indiferencia del personal médico.
Hay mucho, mucho, por hacer, por informar, por visibilizar, en favor de la llamada minoría más grande de la población, y lo he dicho y lo reitero: si tienen la oportunidad de ayudar a una persona con discapacidad nunca duden en hacerlo. Un mensaje de texto, una llamada o una visita también ayudan mucho.
Gracias.