Adquirir una discapacidad es un cambio radical en la vida de una persona. Es natural experimentar una serie de emociones, desde la tristeza y el enojo hasta la aceptación y la adaptación
Por Miguel Ángel Millán*
* Miguel Ángel Millán es interventor educativo con discapacidad y asesor en tecnología adaptada.
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El Día de la Alegría, celebrado en muchos países el 1 de agosto, nos recuerda la importancia de la felicidad y el bienestar en nuestras vidas. Sin embargo, cuando alguien adquiere una discapacidad, la alegría puede parecer inalcanzable. Este artículo busca explorar el duelo que conlleva la adquisición de una discapacidad, así como las posibilidades de encontrar felicidad en un proceso que, aunque largo y a menudo interminable, no está exento de momentos de disfrute y realización personal.
Adquirir una discapacidad es un cambio radical en la vida de una persona. Es natural experimentar una serie de emociones, desde la tristeza y el enojo hasta la aceptación y la adaptación. Este proceso es conocido como duelo, y a menudo se asemeja al duelo por la pérdida de un ser querido. Sin embargo, a diferencia de otras formas de duelo, este nunca termina de estar completo debido a las diversas barreras físicas y sociales que las personas con discapacidad enfrentan en su entorno.
Las barreras arquitectónicas, la falta de accesibilidad en espacios públicos, la discriminación y la falta de comprensión son solo algunos de los desafíos que pueden hacer que este duelo sea un proceso continuo. Estas barreras no solo limitan la participación plena en la sociedad, sino que también pueden afectar la autoestima y el sentido de identidad.
A pesar de los desafíos, es crucial recordar que la felicidad no es un estado emocional permanente, sino una elección consciente. Aunque pueda parecer una afirmación simplista, elegir ver el lado positivo de las cosas puede marcar una gran diferencia en cómo se experimenta la vida con una discapacidad. Esto no significa ignorar las dificultades, sino reconocer que, a pesar de ellas, hay muchas cosas que se pueden disfrutar.
La alegría no depende necesariamente de todas nuestras capacidades. Muchas experiencias que aportan felicidad no requieren de una funcionalidad física completa. Por ejemplo, disfrutar de una buena conversación, escuchar música, leer un libro o simplemente disfrutar de la compañía de seres queridos, son actividades que no dependen de la capacidad motora o sensorial. La creatividad y la adaptabilidad son clave para encontrar nuevas formas de disfrutar de la vida.
Es fundamental cambiar la perspectiva desde la cual miramos nuestras vidas. En lugar de centrarse en lo que no se puede hacer, es importante enfocarse en lo que sí se puede. Este cambio de mentalidad puede abrir un mundo de posibilidades. Muchas personas con discapacidad han encontrado formas innovadoras de participar en actividades que inicialmente parecían fuera de su alcance. Desde deportes adaptados hasta el uso de tecnología asistida, las opciones son muchas y variadas.
Además, las personas con discapacidad tienen una capacidad única para apreciar las pequeñas cosas de la vida. Este enfoque en los detalles puede enriquecer la experiencia de vida y ofrecer una perspectiva única sobre la felicidad. Aprender a celebrar las pequeñas victorias, como superar un obstáculo cotidiano o encontrar una nueva pasión, puede ser una fuente constante de alegría.
No se puede subestimar la importancia de la comunidad y el apoyo en este proceso. Rodearse de personas que comprendan y respeten las dificultades, pero que también celebren los logros y las capacidades, puede ser un gran alivio. La inclusión y la empatía son fundamentales para construir un entorno donde la alegría sea posible.
En conclusión, aunque adquirir una discapacidad puede ser un proceso doloroso y desafiante, no es un camino sin esperanza. La alegría es una emoción accesible para todos, independientemente de nuestras capacidades físicas o sensoriales. Al final, ser feliz es una decisión que se puede tomar cada día, eligiendo enfocarse en las posibilidades en lugar de las limitaciones. En este Día de la Alegría, recordemos que la felicidad no es una meta inalcanzable, sino un viaje que todos podemos emprender, sin importar nuestras circunstancias.