Por Miguel Ángel Millán
* Miguel Ángel Millán es interventor educativo con discapacidad y asesor en tecnología adaptada.
Como cada primero de mayo, se conmemoró el Día Internacional del Trabajo, una fecha que resalta la lucha histórica de la clase trabajadora por condiciones laborales justas y dignas. Ese día, que para muchos supone un merecido descanso y la oportunidad de reflexionar sobre los logros laborales, también nos brinda la ocasión perfecta para poner en perspectiva los desafíos que aún enfrentan sectores vulnerables de nuestra sociedad, en especial las personas con discapacidad.
En todo el mundo, las barreras para que las personas con discapacidad accedan a un empleo digno y justo son significativas y persistentes. A pesar de los avances en legislación y políticas públicas, la inclusión laboral de este grupo sigue siendo una asignatura pendiente.
Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la tasa de empleo entre las personas con discapacidad es significativamente más baja que entre aquellas sin discapacidades. Esto no solo representa una pérdida económica tangible, sino también una profunda injusticia social.
La discapacidad no debe ser un obstáculo para la participación plena en el mercado laboral, sin embargo, la realidad muestra un panorama diferente. Las barreras van desde prejuicios y estereotipos, hasta la falta de adaptaciones razonables en los lugares de trabajo.
Estos obstáculos no solo limitan las oportunidades laborales para las personas con discapacidad, sino que también impiden que la sociedad en su conjunto beneficie de la diversidad de perspectivas y habilidades que este grupo puede aportar.
Es crucial, entonces, abordar estos desafíos con políticas que no solo faciliten el acceso al empleo, sino que también aseguren entornos laborales inclusivos y adaptados. Las iniciativas pueden incluir desde la formación y la capacitación adaptadas, hasta incentivos para las empresas que implementen prácticas de inclusión efectivas.
Además, es fundamental que las propias personas con discapacidad participen activamente en la creación y monitoreo de estas políticas para asegurar que se atiendan sus necesidades y derechos.
En el Día Internacional del Trabajo, mientras muchos disfrutaron de un día de asueto, es esencial recordar que existen millones de personas que desearían poder acceder a un empleo digno.
Para las personas con discapacidad, el derecho al trabajo no solo es una cuestión de supervivencia económica, sino también de dignidad y de participación social.
El empleo puede ser una fuente de independencia y autoestima, y es un derecho fundamental que debe ser accesible para todos, sin distinción.