Bernardo Torres Morales
Chilpancingo, Guerrero.- Ser mujer en la Montaña de Guerrero es una batalla desde el momento de nacer, ser indígena es ir a contracorriente en un estado y país donde prevalece la discriminación, padecer cáncer, es una garantía de que vas a morir; aquí les contamos la historia de Libia.
Martha Ramírez Galeana, nos relata el calvario de Libia, las condiciones en que llevó su enfermedad por alrededor de un año en completa soledad, quien desafortunadamente este 02 de diciembre perdió esta batalla, pero para que despierte conciencias, para que estas historias no se repitan.
—Libia Castro Bolaños una mujer indígena me’phaa de 36 años, originaria de Barranca Pobre, Municipio de Acatepec: en su pueblo natal hizo su secundaria, caminando horas de cerro a cerro donde vivía con sus padres, hasta que tuvo a su primera hija Beatriz cuando ella tenía solo 16 años, y cuatro años después nació su hijo Mirb.
En un hogar con carencias, pobreza y violencia, Libia decidió separarse del padre de sus hijos, fue cautiva de críticas y señalamientos, sin embargo, no le importó, también hubo personas que la alentaron para seguir su lucha y se vio obligada a salir a trabajar por sus hijos.
Fue así que, en el año 2018, decidió migrar a Tlapa, como muchas niñas y mujeres indígenas de la Montaña lo hacen para emplearse, en su mayoría como empleadas domésticas, donde generalmente son víctimas de racismo, discriminación, sin salarios dignos y con largas jornadas de trabajo.
De esa forma Libia llego a las calles del centro de Tlapa en búsqueda de empleo, una familia la acogió como “su” trabajadora» por más de cuatro años.
La gente que vivía cerca donde ella trabajaba, conocieron a Libia como una mujer entusiasta que subía y bajaba por los mandados, trabajaba sin descansar sábados y domingos o en días feriados para mandar dinero para sus hijos.
A la primera oportunidad que tenía agarraba trabajos extras porque sabía que a sus hijos siempre les hacía falta.
A inicios de este año 2022, Libia comenzó a tener complicaciones de salud muy graves, como muchas familias en Tlapa, se vio obligada a acudir a un médico particular porque los centros de salud y hospitales públicos son precarios y burócratas, sin embargo, no veía mejoría, tampoco contaba con el dinero para pagar los estudios que le pedían.
Se abrió una esperanza cuando le contó a sus conocidas Bertha y Odilia, quienes buscaron ayuda por doquier, primero para hacerse los estudios, pues sabían que Libia estaba prácticamente sola, sin ningún familiar que le acompañara.
El diagnóstico no era favorable, un «linfoma hodgkin» había invadido su cuerpo, y con el apoyo de gente solidaria fue posible referirla al Instituto Nacional de Cancerología en la ciudad de México.
La batalla contra el Cáncer de linfoma parecía comenzar, aunque los médicos señalaban una etapa terminal; estuvo por 60 días hospitalizada entre periodos de idas y venidas de Tlapa a la Ciudad de México, sola, sin familia que le diera el acompañamiento.
En la solidaridad por la vida se encontró con Bertha, una noble mujer Me’phaa que se conmovió y la acompaño en esta travesía, entre idas y venidas al hospital de Tlapa a la ciudad de México.
El 01 de diciembre regresaron de la Ciudad de México a Tlapa, Libia regresó contenta porque la otra semana tenía cita y les habían dicho en el Hospital que en esa fecha les darían sus regalos de Navidad, por eso le tenía que echar ganas, sin embargo, los dolores se hicieron más intensos y fuertes.
En el proceso de esta enfermedad encontró amigas que la auxiliaban para cuidarla y turnarse por pequeños tiempos. No obstante, Libia postrada en su cama y entre sus cosas que guardó como sus reliquias, en un pequeño cuarto gris del tercer piso donde ella rentaba, junto a Bertha su amiga en esta batalla contra el cáncer, dio su último aliento.
Murió a las 15:00 horas del viernes 2 de diciembre de 2022, víctima no solo del cáncer de linfoma, sino de la pobreza a la que se enfrentó con garras y furia para llevar lo poco de sus salarios para sus hijos Beatriz y Mirb quiénes prácticamente subsistían de lo poco que su madre enviaba.
Peleó contra la discriminación y racismo que permea en una sociedad que piensa que mujeres como Libia no merecen derechos elementales, peleó y luchó contra todo sin perder su dignidad.
Al final del relato, nos dice Martha Ramírez, promotora de los derechos de las niñas y mujeres de la Montaña de Guerrero desde su trinchera en el INPI «En la Montaña es un lujo enfermarse, pero enfermarse de cáncer es una garantía de que vas a morir».