Fisioterapia: vivir con, para y de la discapacidad

Francisca Meza Carranza

Fotografías donadas por Óscar Tavitas

Chilpancingo, 05 jul (PlanB).- Desde niño Óscar Tavitas Herrera tuvo acercamiento con la fisioterapia luego de que un cuadro de poliomelitis en su primer año de vida le dejó secuelas; actualmente es jubilado de esa profesión que, reafirma, le ha dejado muchas satisfacciones.

En entrevista con Plan B Guerrero, el fisioterapeuta oriundo de Monterrey relata que tiene recuerdos de sus tres años, cuando empezó con su rehabilitación, que no se compara con la de ahora pues, dijo, era muy precaria.

En la colonia en la que creció, carente y en la que sobrevivías a golpes, tener el respeto de los demás era la única manera de sobresalir y tratar de ser mejor y así lo consiguió, a golpes, a pesar de la limitación física en una de sus piernas.

Recuerda que en ese tiempo eran más común las críticas, ofensas o apodos basados en el físico por lo que él, entre otros motes, era “El Chueco”, hasta que decidió no tolerarlo más y a brincos, con un solo pie, se defendió.

A los 11 años un accidente que le lastimó la columna lo llevó a que un médico observara su secuela de polio y lo operara, lo cual hasta la fecha agradece.

Él siempre quiso ser médico; inicialmente logró estar en la facultad por cuatro semestres sin embargo la muerte de su padre y las necesidades familiares lo llevaron a renunciar a ello.

Un día se abrió la bolsa de trabajo en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) en donde logró acomodarse en el área de enfermería y posteriormente, en busca de recategorizaciones, estudió la licenciatura como fisioterapeuta en 1986, gracias a una beca del propio Instituto y motivado por su propia experiencia.

A lo largo de su trayectoria también ha estudiado otras licenciaturas y carreras técnicas por lo que su conocimiento es basto y sabe desde radiología hasta ortesis y prótesis.

Recuerda que desde que obtuvo su cédula profesional además de trabajar en el IMSS, en donde logró ser jefe de Terapia Ocupacional, instaló su consultorio particular; agradece a su familia porque por años prácticamente se dedicó a trabajar.

El fisioterapeuta recuerda que tenía fama de gritón o enojón y aunque en gran parte lo atribuye a su tono y forma de hablar, admite que regañaba a los familiares. Algunos se iban, recordó, y otros lo aguantaban y al final eran los que  siempre terminaban diciendo gracias.

“Los papás creen que en la clínica privada o pública somos magos y que sus hijos van a regresar a su casa como si no tuviera nada y no es cierto la terapia es de una constante repetición de lo mismo y lo mismo, vamos cambiando, pero esto es mañana tarde y noche, no es una hora de terapia son 5-6 horas en casa”, indica.

A manera personal recuerda que los coscorrones y jalones de cabello que le daba su mamá eran porque dentro de su ignorancia ya había entendido que la única forma en que él iba a lograr caminar era si atendía las indicaciones, con la terapia.

“Papá, mamá, hermanos, abuelas, abuelos, tíos, quienes se involucren, sería sensacional, porque las secuelas de las discapacidades serían menores, pero la gente no quiere hacer caso. El esposo, la mamá, no quieren aprender por más que uno les dice”, consideró.

La fisioterapia se volvió su pasión, expresa, y lo ha llenado de satisfacciones; con los años ha mantenido contacto con pacientes y familiares, quienes le agradecen por los resultados que juntos lograron.

Además de fisioterapeuta Óscar Tavitas ha sido profesor, ha instruido a atletas con discapacidad, ha apoyado fundaciones y también durante años tuvo el programa por internet Inclusión Total, entre otras actividades.

Con su historia profesional Óscar Tavitas comparte que su tercer hijo, primer varon, nació sordo, lo que llevó a toda la familia a aprender de esa comunidad; dentro de sus distintas profesiones sus cuatro hijos han seguido el ejemplo y vocación,  y trabajan con personas con discapacidad y sus familias.

Es por ello que dice “vivo con, para y de la discapacidad”, misma frase que titulará el libro que planea publicar. Con la discapacidad por que la tiene, para la discapacidad porque a eso se dedicó, y de la discapacidad porque además le pagaban por ello y como jubilado vive de ello.

A sus casi 67 años ha marcado un “ya” a su actividad profesional para dedicarse a su segunda pasión que es ser abuelo y su familia, pero expresa que siempre va “de metiche” cuando observa alguna persona con discapacidad para aconsejar y compartir experiencias con la familia.

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