La música perfecta no la hace el ser humano, sino la naturaleza: Corcobado

Nota: La Jornada

Javier Corcobado es músico. También poeta y escritor… un creador de esencia ecléctica y bucólica. Su unicidad lo hace libre para proponer y hacer lo que desea.

En México, sus seguidores han visto la realización de 19 álbumes, con pocos argumentos para clasificarlos, pero que están en los armarios discográficos de culto. Es alguien que como solista o con bandas, como Los Presumidos, 429 Engaños, Mar otra vez, Demonios Tus Ojos, Cría Cuervos y Los Chatarreros de Sangre y Cielo, ha demostrado que se puede hacer música perenne al margen de lo que impone la industria.

Corcobado, crooner del rock, estaba muerto musicalmente. A La Jornada confirma que lo estaba “por decisión propia”, pero es una ironía respecto de su alejamiento. En realidad, estaba escribiendo una novela y ahora ha resucitado y vuelve a México para ofrecer un concierto con sus canciones corcobadianas y otras de sus clásicas, en el Teatro Metrópolitan.

Tiene una relación especial con este país, con su exotismo y caos, pero también cariño por su cultura y música popular. Con Cría Cuervos editó Boleros enfermos, I y II, con piezas de compositores mexicanos como Juan Acereto y Armando Manzanero.

Por eso, “será el mejor concierto de mi vida… Voy a cumplir 60 años y me siento como adolescente. Tengo energía para derrochar, y sutilidad. Espero que vengan todos al mejor teatro en el que he actuado en mi carrera. Será inolvidable”, señaló.

En la charla con este medio, comenta que conceptualiza a la música como una entidad a la que profesa amor desde que es niño. Acepta que la abandonó por tres años, pero ha regresado a ella y viceversa.

–¿Cómo está esa amante tuya (la música)? Pregunta este diario.

Responde: “Ahora mismo nos estamos profesando mucho amor. Estamos en un buen momento. Además, mi esposa no tiene celos de ella ni ella de mi esposa. Así que estamos en un tiempo feliz”.

Esa cercanía se comprueba con el adelanto de que Corcobado ya está componiendo para su disco número 20. En cuanto pase “la vorágine” de los conciertos y la presentación de su libro, “se meterá a su estudio a trabajar. Ya tengo ideas que quiero ir aplicando para que en 2024 se publique ese otro álbum”.

Hoy, que se ha encontrado de nuevo con ese amor, “se inicia otra etapa en mi carrera”. Tiene la expectativa de verse ya en el proscenio de México, donde traerá a los miembros de su “banda favorita”. Es decir, a Juan Pérez Marín en la guitarra, a Jesús Alonso en la batería, a Gustavo Villamor en el bajo y a un “chatarrero” (como dice a uno de los miembros de Los Chatarreros de Sangre…), Javier Arnal en la guitarra y acordeón.

Lírica de crítica social

Ejecutará un repertorio “bastante extenso” en el que habrá canciones de Somos demasiados (2019), su reciente disco, crisol de canciones corcobadianas, trascks inclasificables de rock y electrónica. El tema que da título al álbum remite al sonido disco de Giorgo Moroder (diyéi y productor italiano) con una lírica de crítica social muy de las moléculas beligero-juglares de Corcobado.

El músico, nacido en Fráncfort, Alemania, naturalizado español, pero nómada de un mundo bardo, aprovecha estar en el mencionado escenario mexicano por tercera vez para presentar las piezas de su placa (atrasada por las circunstancias que todos sabemos), pero también un coctel más extenso “con muchas más rolas; una recuperación de bastantes de sus canciones y Los Chatarreros de Sangre y Cielo.

“Será un espectáculo de los más rocanroleros que he hecho en mi vida. Hay partes muy como yo trato el rock, lo que implica ruido, pero también partes de belleza extrema, de dulzura, debo decirlo. Presentaré un manejo de la belleza como del ruido extremo. Habrá dosis de esos dos ambientes”, promete.

Corcobado es un indagador, un observador que se nutre de lo interior, pero también de lo exterior; lo que ve, huele, siente.

Es un buscador natural que desea hacer la canción perfecta. “La persigo siempre, pero no lo lograré, porque la música perfecta no está en manos del ser humano, ésta la produce la naturaleza. Incluso, las ciudades tocan la suya su propia, con el ruido de sus coches, de pájaros; cuando el viento sopla o las tormentas rugen. Entonces, los humanos sólo somos unos receptopres de ideas. Ordenamos la música nada más… A lo que sí puedo llegar es a hacer una pieza que me parezca buena. Aunque miro atrás y veo que tengo una que otra que se acerca a ser buena… A nadie es una de ellas”.

En su creación, da importancia sublime al silencio, “porque es de las partes más relevantes de la música. De hecho, seguido practico tocar el silencio. Es no sólo callarse en una pieza, que es importante, sino tocarlo: cerrar los ojos y emitirlo. Es algo muy fuerte, trascendental del alma. Ese sonido, la biología de nuestro oído no es capaz de percibirlo, pero estoy seguro de que hay quien lo pueda escuchar…”

En el disco Somos demasiados se denuncia el crecimiento que hemos tenido en el planeta de “forma exponencial. Somos más de 8 mil millones. Hay sitios en los que la demografia está descontrolada y es una pena que los grandes… se aprovechen de los recursos”.

Pero Corcobado percibe un tiempo de esperanza. “Está comenzando a funcionar después del experimento global que fue la pandemia. Es un buen momento para la unión y erradicar a la codicia. Vivimos en un mundo en el que lo más importante es el dinero y el poder. Cada uno tenemos que dirigir nuestra vida y crear el cambio”.

Él vive el presente con alegría y da gracias por cada cosa que pasa. “El futuro me gusta imaginarlo, como escritor y compositor, pero sólo imaginarlo porque nos sorprende”.

Javier Corcobado, el viernes a las 20:30 en el Metropólitan.

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