Por Miguel Ángel Millán*
* Miguel Ángel Millán es interventor educativo con discapacidad y asesor en tecnología adaptada.
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En el mundo laboral actual, donde la competencia es feroz y la tecnología avanza a pasos agigantados, capacitarse continuamente no es un lujo, sino una necesidad. Para las personas con discapacidad, esta realidad es aún más contundente. No basta con exigir espacios en el mercado laboral si no se cuenta con las herramientas para desempeñarse eficazmente en ellos. La lucha por la inclusión no debe centrarse únicamente en la apertura de oportunidades, sino también en la preparación para aprovecharlas.
La capacitación no solo brinda conocimientos técnicos, sino que también fortalece la autoestima, la autonomía y la capacidad de adaptación, habilidades esenciales en cualquier ámbito profesional. Las barreras físicas y sociales que enfrentamos como personas con discapacidad pueden ser atenuadas con el desarrollo de competencias que nos permitan destacar en diferentes áreas laborales.
Existen múltiples formas de fortalecer nuestras habilidades. En el ámbito digital, plataformas como Incluyeme.com ofrecen cursos en línea diseñados específicamente para personas con discapacidad, facilitando el acceso a herramientas que potencien su desempeño en áreas como la administración, el marketing digital o la programación. Además, la capacitación presencial sigue siendo una opción válida y enriquecedora, aunque implique retos de accesibilidad. En Guerrero, el Instituto de Capacitación para el Trabajo del Estado de Guerrero (ICATEGRO) cuenta con programas que pueden adaptarse a las necesidades de personas con discapacidad en ciudades como Chilpancingo y Acapulco.
Las áreas de oportunidad para el desarrollo profesional de las personas con discapacidad son diversas. La tecnología ha abierto puertas en el ámbito del desarrollo de software, la asistencia técnica y el diseño web, donde lo importante es el conocimiento y la creatividad, más allá de las barreras físicas. También hay espacio en la atención al cliente, donde las habilidades comunicativas pueden ser clave para generar experiencias positivas en los usuarios. Por otro lado, el arte y los oficios ofrecen una vía de expresión y sustento para aquellos con talento en disciplinas como la música, la pintura o la artesanía.
No podemos seguir esperando que las oportunidades laborales lleguen sin una preparación adecuada. La capacitación es un acto de empoderamiento que nos permite demostrar que la discapacidad no es sinónimo de incapacidad. Es cierto que los retos son múltiples y que el acceso a formación de calidad sigue siendo una deuda pendiente de las instituciones gubernamentales. Sin embargo, cada esfuerzo por mejorar nuestras habilidades es una oportunidad en potencia para desarrollarnos laboralmente.
El verdadero cambio comienza con la preparación. Si queremos un futuro donde la inclusión laboral sea una realidad, debemos capacitarnos, adaptarnos y demostrar que, con las herramientas adecuadas, las personas con discapacidad no estamos a la espera de recibir todo en la mano, sino que somos capaces de ser productivas y contribuir activamente a la sociedad.