Por Francisca Meza Carranza*
*Francisca Meza es comunicóloga, reportera con discapacidad y fundadora de Plan B Guerrero.
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“Acabar con la violencia-proteger la médula espinal”, es el lema que eligió para este año la Sociedad Internacional de la Médula Espinal (Iscos por sus siglas en inglés), para conmemorar el Día Internacional de la Lesión Medular Espinal, hoy, 5 de septiembre. Este día, instituido apenas en 2016 por la Organización Mundial de la Salud (OMS) a iniciativa de la Iscos, busca visibilizar, concientizar e informar sobre esta lesión.
El lema de 2024 es un llamado para la prevención, pues considera que hay casos en que la lesión podría ser evitable ya que la mayoría de estos son consecuencia de traumatismos causados por caídas, accidentes de tráfico o violencia. Para 2021, de acuerdo con la OMS, había al menos 15.4 millones de lesionados medulares, y es una de las cinco principales causas de discapacidad.
Una lesión medular, sus consecuencias y complicaciones aún es un tema desconocido para la mayoría de las personas, a menos que la tengan, que un familiar, amigo o conocido la padezcan.
Es necesario para mí insistir en que una lesión en la médula no significa solamente perder movilidad o no poder caminar. Una lesión en la médula conlleva múltiples secuelas, físicas, económicas, sociales y mentales, por mencionar algunas.
El nivel de gravedad y afectación en las funciones del sistema nervioso, principal responsable del funcionamiento del cuerpo, depende del nivel de la columna en que se genere la lesión, o si esta es completa o incompleta.
Entre más alta es la lesión más partes del cuerpo se ven comprometidas, incluidas funciones básicas para vivir, como el respirar. En la mayoría de los casos el cuerpo pierde la capacidad de cumplir con necesidades fisiológicas por sí solo, o están limitadas.
La falta de sensibilidad, movilidad y atención oportuna y accesible ubica a este sector de la población en una situación vulnerable que pueden llevar, de acuerdo con la OMS, a una muerte prematura.
También te hace más vulnerable a violencia, en sus múltiples manifestaciones y en distintas esferas sociales, que incluye la familia o la pareja. El desempleo, empleos informales y autoempleo merman los ingresos, para el lesionado y sus familiares, lo que a su vez afecta la atención médica especializada e incluso el acceso a la rehabilitación, factores que también contribuyen a debilitar la de por sí débil salud.
El tema es extenso. No se trata de causar lástima o una falsa empatía sino de ser vistos en la forma en que se merece. Los lesionados medulares no somos pobrecitos, especiales o unos angelitos, somos seres humanos como el resto, aunque con más dificultades para sobrevivir.
En este contexto, enfatizo que los beneficios ganados en la legislación o los espacios en la sociedad van más allá de querer un trato especial, aunque uno de lo retos es que se cumplan, pues de ser como lo dice la ley lo haría más llevadero.
Ojalá los nuevos gobiernos y legislaturas no dejen fuera de sus agendas los temas de discapacidad e inclusión. Aunque sí es de ayuda un aporte económico mediante distintos programas sociales, no puede ni debe ser lo único, no lo es todo.
Ojalá la sociedad pueda ser cada día más empática, en cuestiones simples como no utilizar los espacios destinados a personas con discapacidad, ceder un espacio adelante en la fila, no obstruir rampas, elevadores, banquetas, o no vernos como bichos raros o tratarnos como enfermos y, si puede, ayudar.
El camino para un lesionado medular y sus cuidadores no es fácil, es difícil y cansado estar en silla de ruedas o postrado en cama; el esfuerzo es doble, si una persona da 100 por ciento para lograr algo nosotros tenemos que dar el 200, o más. Además de la movilidad y problemas de salud siempre acecha el fantasma de la depresión que, cuando logra vencer, puede llevar a sentirse una carga, o incluso a pensamientos suicidas.
El camino no es fácil, pero tampoco imposible. Al adquirir una lesión medular no todo está perdido, te permite ver lo capaz que eres, la fortaleza de tu alma y que la vida puede seguir.
Adquirí una lesión medular en cervicales en 2020 y el camino recorrido me ha permitido conocer gente grande, que al igual que yo no se rinde y que, aunque a veces no hay ganas, el show debe continuar. Lesionados medulares que de distinta manera ayudan a otras personas, que te entiende, que se saben reír de sí mismos y, sobre todo, que me inspiran a seguirle.
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